lunes, 9 de diciembre de 2013

Un Cuento de Otoño

Las grandes historias son muñecas rusas, encajadas unas dentro de otras, esperando que unas manitas pequeñas las desplieguen...
Las grandes historias son árboles, con raices que se extienden más allá de dónde imaginamos, bebiendo de arroyos secretos...
Las grandes historias son ovillos de lana de los que no vemos el inicio ni el fin, enmarañados, con nudos... pero con los que podemos tejer cosas bellas.

La historia de amor de Elena y Lo es una de estas grandes historias, con grandes momentos y despedidas tristes, con aventuras gloriosas y unas cortinas que dan calor de hogar. Cuando Elena cumplió 30 años, Lo se propuso recopilar todas las historias que habían construido su historia, en un libro precioso, un regalo desde el alma, en el que muchos de sus amigos podíamos participar, escribiendo, creando, contando nuestra pequeña parte en su historia.


Mi historia con Elena está muy enlazada con una bichita preciosa, Haku, una hurona clarita que ha sido su compañera durante muchos años, y este otoño la dejó. Me tocaba a mi buscar el final de esta historia, que si bien es muy triste, no por ello deja de estar llena de vida.
Del gran proyecto de Elena que es Lady Aguja os hablaremos pronto...


UN CUENTO DE OTOÑO

El Hada de las Hojas suspiró: "Es imposible que llegue a tiempo..." 
Octubre estaba ya avanzado y los árboles, vestidos aún de verano, no sabían que tenian que dejar caer sus hojas; y sin juguetes para hacer girar y revolotear, el viento se aburría y no soplaba. Por eso en el bosque seguía haciendo muchísimo calor. 
El Hada de las Moras estaba recogiendo ya los últimos restos de su merienda campestre. El Hada de las Setas y el Hada de las Castañas se acercaban cogidas del brazo, silbando una cancioncilla alegre, todo el mundo en el bosque se dedicaba a su tarea, y ella tenía tanto trabajo que no sabía por donde empezar. 
Decidió comenzar a pintar de amarillo las hojas de un castaño. Sacó sus pinceles y se puso a la tarea. Una detrás de otra, todas las hojas se fueron tiñendo, pero cuando se detuvo un momento a contemplar el resultado, volvió a suspirar desanimada: Su castaño dorado apenas se veía entre el resto de árboles que le faltaban aún por pintar. "¡Engranajes!" refunfuñó "No se como voy a terminar esto..."
Al atardecer se acercó a casa de Madre Otoño a tomar un te de sauco, y le contó su inquietud. "Los árboles son enormes, y yo chiquitita...el bosque parece no tener fin. A este paso, el Hada de las Nieves se encontrará aún todas las hojas verdes"

"Mmmmm..." respondió Madre Otoño "Quizás exista una solución a tu problema. Podrías tener una ayudante, rápida como el viento y muy lista, que te llevara en un abrir y cerrar de ojos a la copa de los árboles más altos, y te sujetara las hojas con sus patitas mientras las pintas ¿Qué te parece? ¿Crees que así terminarías a tiempo?" 

"¡Claro que si! Con esa ayuda, el bosque tendría su traje de otoño en muy poco tiempo. Pero...¿existe esa ayudante?" 

Madre Otoño levantó la cortina, y cuando el hadita se asomó por la ventana vió una hurona clarita, con el antifaz y las patas marrones, mordisqueando con fruicción un trozo de sandía.
"Esta es Haku. Haku, te presento a tu nueva amiga, el Hada de las Hojas". La pequeña extendió la mano, y la hurona movió los bigotes, y corrió en círculos a su alrededor. "¡Ja,ja,ja,ja! ¡Es estupenda! Sólo..." una sombra cruzó de repente por su sonrisa, y se entristeció "¿En la Tierra no la echarán de menos?"

"Mucho." respondió Madre Otoño "Es ley de vida que el paso por la Tierra siempre tiene un inicio y un final, y cuando los que se van han sembrado amor a su alrededor, siempre son añorados.
Pero Haku vivirá para siempre en mi, en el otoño. Las hojas pardas de los árboles les recordarán a su pelaje. Las setas lisas y frías, a su hociquillo húmedo. El crujir del suelo a sus banquetes ruidosos, y el viento a sus carreras y volteretas. Hasta cuando se pinchen con la corteza espinosa de una castaña se acordarán de sus dientecillos afilados."
El Hada de las Hojas dió un gran abrazo de agradecimiento a Madre Otoño, y junto con Haku, se marcharon a pintar de calidez todo el viejo bosque.



Y aquí están, Haku y su nueva amiga, el Hada de las hojas. El hada es un duendiñeco como los que ya habeis visto, con la diferencia de que la vestí para que pudiera ir montada sobre el cuello del hurón, y le puse las alas, que están recortadas de fieltro comercial, usando como patrón hojas de verdad.



El hurón está hecho sobre una estructura de limpiapipas y bolas de lana afieltrada en húmedo, primero trabajando sólo con la lana natural para dar la forma, y luego añadiendo capas para dar color al pelaje. Los ojos son de vidrio.




 Puede cambiar ligeramente de postura, y estoy muy orgullosa del peso y del tacto que tiene. Es un poco más oscura que la Haku real, pero espero que le sirva para recordarla.



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